jueves, 18 de enero de 2007

NO ESTAR EN EL SISTEMA

Les cuento que hoy acompañé a Santiago a mi hija que está en el proceso de ingreso a la universidad. Sus intereses van por el área de la Comunicación y la Creatividad. Bueno, la llamaron de una universidad para que diera un examen. Al llegar nos dijeron que este examen duraba aproximadamente dos horas. Ante esto, decidí ir a la Biblioteca de la universidad y aprovechar el tiempo leyendo algo interesante. Ésta quedaba en otra calle así que partí en su búsqueda. La encontré sin mayor dificultad a pesar que no tenía ningún letrero. Pero gran desilusión, me tocó un 'robot' que me repitió incansablemente que yo ' no estaba dentro del sistema' por lo que no me podía prestar ningún libro. Por más que le expliqué la situación, no hubo otra respuesta. ¿Pueden creerlo? No es que me diera las explicaciones que no podía, que eran las políticas de la universidad, no, sólo me repetía que yo 'no estaba dentro del sistema'. Fue tanto lo que intenté razonar con él, que mi imaginación (la que la mayoría de las veces actúa sin mi consentimiento) lo vió agotarse haciendo cortocircuito con mi tozudez y explotando en mil resortes, piezas y tornillos. Porsupuesto no fue así. Al final logré que entendiera mi intención: pasar el tiempo en un lugar donde pudiera sentarme y leer algo de interés. Eso significó un despertar de 'la máquina' y me dijo 'le puedo prestar el diario'; bueno, dije yo, algo es algo. Horror!!! Me pasa 'Las Últimas Noticias' (diario que usualmente leo en la peluquería junto a la Caras y Cosas) y más encima del día de ayer. Ah no, le dije, disculpe pero si me va a pasar el diario, por lo menos deme uno más interesante y del día. Me miró feo (lo entiendo) y me dijo 'arriba hay más'. Subí, y efectivamente habían tres diarios colgando: el Estrategia, Las Últimas Noticias, de hoy y El Mercurio (de Santiago, obvio). Saqué este último y me senté en una mesa. Ya tuve problemas en la primera página y después no había caso, no se podía leer ya que tenía una madera en el lomo que lo aprisionaba. Lo dejé en su lugar y bajé. Le dije '¿sabe? no puedo leer el diario porque está aprisionado con una madera y se pierde la cuarta parte de la página'. Su respuesta fue 'es que no se lo puedo sacar porque usted no está en el sistema'. ¡Plop!
Al final logré hablar con el ser humano dentro del robot, quien para librarse de mí (no tengo duda alguna) me mandó a tomar una micro hacia Providencia 'Usted se baja y al frente está el Café Literario y puede leer y tomarse un café'. Bueno, tan 'al frente al frente' no estaba. Estaba bastante más allá que 'al frente', pero el diarero, al que terminé comprándole unas revistas que no conocía y otra de Diseño que me encanta, me indicó cómo llegar. El lugar es muy lindo y acogedor. Ahí por lo menos me sentí 'dentro del sistema'. Interesante esto de estar dentro del sistema y no estar. Cuando uno quiere estar, no está; cuando uno NO quiere estar, está. Como cuando llaman a la casa cualquier día a cualquier hora (generalmente cuando uno está ocupada, descansando, almorzando, o cualquier 'ando') para ofrecer créditos, tarjetas, minutos extras, promociones varias...en fin. Así es el sistema no más. ¿Qué les parece? Ah, y a todo esto el famoso examen no duró dos horas, duró ¡más de 4!