La verdad es que debo reconocerlo, me encanta ser anfitriona, recibir amigos en casa, atenderlos, que lo pasen bien y compartir con ellos. En el caso de Oscar y la Pato, cruzaron la cordillera para visitarme, y no sólo el lazo de amistad se fortalece, sino que comienzan a existir momentos comunes que recordar y que pueden ser parte de recuerdos y risas futuras. Y así fue, paseamos por el pintoresco Valparaíso, infaltable la casa de nuestro Nobel poeta Neruda (La Sebastiana), recorrer sus calles empedradas de interminables escalas, andar en un antiguo ascensor; comer rico en un hotel del 1900, subir hasta 'la punta del cerro' para disfrutar de la mejor vista del puerto de noche. Viña del Mar es otro estilo, con sus palacios señoriales. Nos tocó la suerte del Día del Patrimonio, donde se abren gratuitamente al público todos los lugares históricos, así que además de pasear por los jardines del Palacio Presidencial de verano, observamos la ciudad desde lo alto de las torres medievales del Castillo Brunet, asistimos a una Gala Lírica con música chilena e internacional en el Castillo Wulff y el último día, ese día de regreso, almorzamos rumbo al aeropuerto en una de los tantos viñedos del sector de Casablanca, saboreando porsupuesto un exquisito vino chileno: un Càrmenere Viña Indómita 2004. ¡Perfecto final del paseo!
domingo, 10 de junio de 2007
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1 comentario:
Marisol: inmensamente agradecidos por tu hospitalidad. Disfrutar en tu compañía de palacios, calles, paisajes, gente y sus comidas, riquísimos vinos fue un placer inolvidable. Esperamos poder retribuir con amor y muchos paseos tu atención. Oscar y la pato
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